Durante el año se llevan a cabo cuatro eventos (cuatro estaciones) donde energéticamente la tierra nos brinda todo su poder; Cada estación (primavera, verano, otoño e invierno) deja una energía gastada y otra lista para renovar. El último solsticio del año (invierno) se reconoce como un periodo de renacimiento donde se lleva a cabo un recogimiento, una introspección y una expansión ascendente que finalmente nos renueva.
El solsticio de invierno es un evento clave que marca un cambio en los ciclos naturales y astronómicos, este da paso a un periodo de interiorización, donde es oportuno el descanso y abrir un espacio dentro de nosotros para dar paso, a cosas nuevas en nuestras vidas. Durante el invierno debemos escoger los mejores granos para obtener los mejores frutos en primavera, ver de qué forma se sembraran las semillas, observar que tenemos actualmente y que queremos, es oportuno que nos refugiemos junto a nuestros seres queridos y compartamos todos los objetivos alcanzados durante el año.
Durante este solsticio podemos observar más allá de las situaciones externas que hemos vivido y por las que aún estamos atravesando, es momento de silenciarnos y replantear si queremos seguir como estamos o deseamos transformar lo negativo en positivo, dolor en amor, tristeza en alegría, guerra en paz, replantear lo que somos, lo que tenemos, lo que queremos y la manera en que deseamos crecer día a día. Tenemos la posibilidad de aprovechar el tiempo de calma y luz tenue que se nos da para entrar en lo más profundo de nuestro ser, nuestro inconsciente. Es clave evaluar los objetivos alcanzados y los que no, con el fin de aprender de las experiencias vividas en el proceso; Reflexionando sobre todo lo desarrollado durante el año finaliza y estar listos para iniciar un año nuevo.
Recuerda que esta época es ideal para dejar atrás todo aquello que no queremos en el próximo año, cerrar ciclos y sanar; todo esto nos permitirá conectarnos con nuevos propósitos y las metas que deseamos alcanzar durante el próximo año.